La compasión no puede esperar, hay que actuar en el preciso instante en que alguien nos necesita. Muchas veces es más cómodo no involucrarnos en la angustia de los demás, bajo pretexto de que somos discretas y prudentes; cuando en realidad, lo que sucede es que estamos siendo controladas por nuestro egoísmo.
La compasión puede ser algo tan simple como escuchar a alguien contarnos sus problemas.
La compasión ha de ser encontrada en actos tan simples como escuchar, compartir y recordar.
Cuando nos proponemos llevar un estilo de vida compasivo, nuestros sufrimientos y nuestros fracasos asumen nuevo significado.
Podemos empezar a verlos como requisitos para poder entender el dolor de los demás y para saber qué acción tomar para causar alivio.
Hay tiempos en los que las personas sólo pueden encontrar consuelo en la voz de alguien que ha experimentado su mismo pesar.
Una actitud de compasión no significa mirar a alguien desde una posición de superioridad, sintiendo pena por su miseria. Es un sentimiento de empatía hacia otros seres humanos iguales a nosotros y su base es el respeto.
La compasión es como un cómodo salón, bien iluminado, al que invitamos a entrar a un amigo.
En él nos sentamos a dialogar sobre la vida como iguales, a aprender el uno del otro y a esforzarnos por mejorar, juntos, la vida de ambos.
"Cachorritos en Venta"
Este era el anunio colgado a la puerta de una tienda. Entre los perritos había uno con una cadera defectuosa y cojo.
Ése era precisamente el que el niño quería comprar.
El dueño se lo regalaba, pero el niño estaba empeñado en comprarlo, pues tenía el mismo valor que los otros.
Como el hombre insistía en que ese perro jamás podría correr, saltar y jugar como los otros perritos, el niñito se agachó y le mostró su pierna izquierda, cruelmente retorcida e inutilizada, soportada por un gran aparato de metal.
Miró de nuevo al hombre y le dijo: "Bueno, yo no puedo correr muy bien tampoco, y el perrito necesitará a alguien que lo entienda".
Practica la compasión, no la lástima. Aprende a ponerte en el lugar del orto y la vida se te hará más bella.
Para promover la compasión
Para formentar este valor, podemos:
- Trata de ponerte en el lugar de la otra persona. Cada vez que escuches sobre algún problema, alguna dificultad, por más pequeña que parezca, trata de pensar cómo te sentirías y de lo bien que sería que alguien hubiera a tu lado.
- Aunque no tengas la solución, siempre escucha. La compañía, el silencio, el estar al lado del otro, son los requisitos básicos de la compasión.
- Sé solidario con los demás. Así, viéndote como grupo y no como individuo, podrás aprender que la pena de uno, es la pena de todos.
Ten compasión del soberbio. Quizás lo que hincha su pecho no es soberbia, sino angustia.Constancio C. Vigil
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